Aprueban en San Lázaro las leyes secundarias de la reforma judicial
Sin cambios, a pesar de los errores e inconsistencias reconocidos por la mayoría parlamentaria, la Cámara de Diputados aprobó anoche las leyes generales de Instituciones y Procedimientos Electorales y del Sistema de Medios de Impugnación, que regularán la primera elección en urnas de jueces, magistrados y ministros.
Después de una discusión de más de 10 horas y media, ambas leyes se aprobaron con 342 votos en favor y 128 en contra y se publicó la ley generales de Instituciones y Procedimientos Electorales anoche mismo en el Diario Oficial de la Federación, apenas a tiempo para que entre en vigor y el Senado pueda emitir la convocatoria al proceso.
Quedó pendiente la divulgación de la norma sobre el sistema de medios de impugnación.
El coordinador de Morena, Ricardo Monreal Ávila, mencionó que consultó con el Senado si podrían corregirse las erratas y devolver la minuta. Lo más pulcro, expuso, sería suprimir las contradicciones, pero finalmente su partido y aliados desecharon todas las reservas que la oposición presentó para enmendar los textos, que incluyen el marco legal para la organización, desarrollo y calificación del proceso, así como el entramado para impugnar los resultados.
Los ánimos se calentaron desde el arranque de la sesión semipresencial. El PRI llevó al pleno una corona fúnebre con un listón en el que se leía: Murió la justicia.
Morena y PT tomaron al vuelo el reto gráfico. El ex alcalde de Xochimilco señalado de amenazas cumplidas, abuso de poder y discriminación, José Carlos Acosta (Morena), expuso: sólo ustedes se atreven a traer su corona a su propio funeral. Y el petista José Luis Sánchez reforzó que el tricolor está en terapia intensiva y en vías de extinción.
La frase escoció entre las filas priístas. Tanto así, que el coordinador Rubén Moreira trajo a cuento cómo en 2015 el PT estuvo a punto de perder el registro. A gritos, les cantó el favor: ¡Y su dirigente se paró en nuestra puerta a mendigar que habláramos con el Presidente! Y les devolvieron el registro. ¡Lloraban como plañideras!
La Jornada